El próximo lunes, 6 de mayo, será nuestra última reunión de este curso. Comentaremos la novela Las madres negras de Patricia Esteban y tendremos además la ocasión de charlar con la autora sobre su obra.
Susana Andrés nos presentó el pasado 8 de abril la obra de Patricia Esteban. Esto fue lo que nos contó:
Patricia Esteban Erlés (Zaragoza, 1972) profesora de Lengua y Literatura y columnista en Heraldo de Aragón. Ha publicado hasta el momento tres libros de cuentos. El primero de ellos, Manderley en venta (2008), obtuvo el Premio de Narración Breve de la Universidad de Zaragoza en 2007 y fue seleccionado en el V premio Setenil, como uno de los diez mejores libros de relatos editados en España en el año 2008. Su segundo libro, Abierto para fantoches (2008), ganó el XXII Premio de Narrativa Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal y ha sido elegido como lectura de la Guía de Verano del Seminario de Bibliotecas Escolares de Zaragoza 2009. Ambos van a ser reeditados conjuntamente este año por Páginas de Espuma. En 2010 publica su tercer libro de cuentos, Azul ruso, en la Editorial Páginas de Espuma, que también estuvo seleccionado como uno de los candidatos al premio Setenil.
En 2012 publica el libro Casa de muñecas, cien microrrelatos distribuidos por las distintas estancias de una siniestra casa: el cuarto de los juguetes, la cocina, el baño, la biblioteca, la cripta, entre otras. En ellas se ocultan los anhelos más infantiles junto con los miedos más profundos. Todos ellos magníficamente ilustrados por Sara Morante (Torrelavega, 1976).
Además de estas publicaciones individuales, sus cuentos han sido antologados en volúmenes temáticos como Vivo o muerto (2008), Perturbaciones (2009) o 22 escarabajos (2009), y en antologías como Pequeñas Resistencias 5. Antología del nuevo cuento español (Páginas de Espuma, 2010) Cuento español actual (1992-2012) (Cátedra, 2013) o Madrid Negro (Siruela, 2016).
En 2017 ganó el Premio Dos Passos con su primera novela, Las madres negras, objeto de nuestra lectura.
Recientemente ha publicado en la antología Vuelo de Brujas de Apache libros (lo presentó en Zaragoza el día 23 de marzo) y mañana, día 9 de abril, presentará Fondo de armario, publicado por editorial Contraseña, una recopilación de sus columnas en el Heraldo de Aragón.
LAS MADRES NEGRAS
La casa Winchester
Las madres negras es su primera novela con la que ha ganado la cuarta edición del Premio Dos Passos. En ella, Patricia Esteban Erlés nos adentra en San Vela, una mansión laberíntica inspirada en la casa Winchester que, reconvertida en orfanato, sirve de hogar a un grupo de huérfanas, niñas tullidas, desamparadas, abandonadas, que malviven en ella bajo la supervisión de la cruel hermana Priscia y el resto de las madres negras. Mida, Moira, las siamesas Lavinilea, Pola, etc. nos van contando su historia hasta la llegada al convento en los diversos capítulos, cada uno de ellos con una unidad que los acerca al cuento, y cuyo eje común es ese escenario gótico y siniestro, esa casa con voz propia y sentimientos que se convierte en un personaje más de la novela.
En cuanto a esta estructura, la autora comenta: “Surgió cuando encontré el cuartel general, el palacio del horror en el que debían confluir todas las historias de las que hablas. Llevaba tiempo imaginando niñas, “niñas tontas”, desvalidas y frágiles como Los niños tontos de Ana María Matute. Venían, me hacían conocer parte de su vida y no sabía cómo hacer que se quedaran. Esas pequeñas chiquillas, condenadas por el azar, por un destino cruel, tan diferentes y parecidas entre sí, pudieron regresar cuando me salió al paso la historia de la casa Winchester, esa mansión enloquecedora en la que la viuda del fabricante de rifles se encerró para huir de los espíritus de cada hombre muerto por el balazo de un arma de fuego. Los espectros de cada soldado, de cada indio asesinado la perseguían, según le dijo una médium, y Sarah Winchester se enclaustró en una casa que al principio solo tenía ocho habitaciones, pero que fue agrandando para esconderse mejor de sus fantasmas a lo largo de 40 años. La historia es fascinante y entonces supe que debía usarla para edificar mi Santa Vela. No seguí un planteamiento lineal, preferí contar la vida previa de las niñas, su llegada al convento, para intentar que el componente azaroso de su encierro se advirtiera. Me parece que uno de los temas de la novela es el destino y su facilidad para atrapar a seres muy distintos, que nunca hubieran podido coincidir en el mismo lugar sin su ayuda.”2
La idea de la novela le surgió a la autora, según ella misma ha contado: “[…] casi del tirón, mientras leía el prólogo a La maldición de Hill House, de Shirley Jackson, editada por Valdemar. En ese estudio introductorio se mencionaba la importancia que tenían para Jackson las casas, una obsesión que comparto con ella porque no entiendo las historias sin el espacio como parte activa en ellas, como creador de la atmósfera precisa de cada una. […] Creo que esta novela puede definirse como una fábula sobre la lucha del Bien y el Mal, un recordatorio de cualquier sociedad en la que el poder es ejercido desde el abuso y la negligencia. También como un homenaje a la literatura en el que recuerdo a muchos de los autores y autoras que han sido determinantes para mí.”3
En cuanto a la influencia de otros autores, además de la propia Shirley Jackson, a la que dedica la novela, ha nombrado Los niños tontos de Ana María Matute. Se trata de una colección de cuentos protagonizados por niños, de ahí el título, pero no es literatura infantil, pues temas como la muerte o la crueldad están presentes en todos ellos. El calificativo de tontos hace referencia a su condición de marginados del mundo tanto adulto como infantil, por diferentes motivos; entre ellos la deformidad física, la enfermedad y la diferencia de clase social. Así son también las huérfanas de Santa Vela.
Otro autor admirado por Patricia Esteban y del que también encontramos ecos en Las madres negras es Ray Bradbury. De él dice: “Siempre que leo un párrafo de Bradbury deseo ponerme a escribir enseguida. Me fascina su poder para utilizar el lenguaje, la plasticidad de sus cuentos, esa creación de mundos singulares que tiene su origen en una intuición de las posibilidades que brinda la palabra.”2
De las autoras españolas que la inspiran, además de Matute, podríamos mencionar la obra de Cristina Fernández Cubas, sabia en la creación de atmósferas y de personajes inquietantes. Sin duda, Patricia Esteban Erlés es también una maestra en esto.
Por último, cabe señalar la impronta de los cuentos populares que vemos en alguno de los capítulos como, por ejemplo, Caperucita roja y el lobo, que tienen una nueva vida en el mundo y el paisaje de Santa Vela.
Por lo que respecta al estilo, la autora le da más importancia a la forma que al contenido. Según ella, hay cuatro o cinco grandes temas que son los que nos interesan como seres humanos y como autores. “Solo el lenguaje, la forma en que tejemos esas historias, nos permite ser distintos, contar nuestra historia de un modo vedado a los demás.”3 Esta forma de contar ya ha recibido el calificativo de erlesiano, porque, está claro, que nos encontramos ante una autora con una voz propia, un mundo propio que merecía una denominación para definirlo. En cuanto a los temas, son los mismos que ya encontramos en sus libros de cuentos: la monstruosidad como concepto mutante, las relaciones humanas, la locura, la infancia, la crueldad, la casa, no como refugio, sino como lugar inquietante, etc.
Jeff Bridges, el dios «inmortalmente aburrido» en el que se inspiró Patricia Esteban
Ya para terminar, quisiera referirme brevemente a mi personaje favorito de la novela: Dios. Un Dios, aburrido inmortalmente, que pasa el tiempo jugando con las internas como si fueran sus títeres y cuya traviesa intervención desatará la tragedia en el orfanato. El capítulo que le dedica Patricia es, para mi gusto, brillante. El actor Jeff Bridges ha sido, según su propia confesión, la inspiración para crearlo.
“Un libro es una casa vacía que se llena de gente, una fiesta en la que te miran y tú miras. Escribes porque quieres que a tu fiesta vaya todo el mundo, y beban y te amen, aunque luego debas recoger los añicos de todas las copas rotas, aunque se acabe pronto, demasiado pronto, el vino que necesitarás en tu próxima soledad.”
Patricia Esteban Erlés
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