La más recóndita memoria de los hombres de Mohamed Mbougar Sarr

No es la primera vez que en nuestro grupo de lectura leemos una novela que ha obtenido el premio Goncourt. Dentro de un mercado tan maleado como es el editorial aún hay algunos premios extraordinarios de los que todavía nos fiamos. En este caso, vamos a leer La más recóndita memoria de los hombres del escritor senegalés Mohamed Mbougar Sarr, que obtuvo el premio Goncourt en 2021.

EL AUTOR

Mohamed Mbougr Sarr (Dakar, Senegal, 1990) es el mayor de siete hermanos; su padre es médico. Se educó en una prestigiosa escuela militar de su país y en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Vive en Francia y su lengua literaria es el francés. Escribió tres novelas anteriores que obtuvieron el aplauso de la crítica y escaso reconocimiento del público: Terre ceinte (Premio Ahmadou-Kouroma, Gran Premio de la Novela Mestiza y Premio de la Novela Mestiza de los Estudiantes); Silence du choeur (Premio de Novela Mestiza de los Lectores, Premio Literario de la Porte Dorée y Premio Littérature Monde- Étonnants Voyageurs) y De purs hommes.

Su última novela La más recóndita memoria de los hombres  ha recibido hasta el momento el Premio Goncourt, el Premio Transfuge a la mejor novela en lengua francesa y el Premio del Libro Hennessy.

El Premio Goncourt, otorgado a una novela publicada en el año en curso por un jurado de diez escritores en el marco de un almuerzo en el restaurante parisino Drouant, lo cambia todo. El ganador recibe un cheque de diez euros, pero el verdadero premio son las ventas: el Goncourt de 2020, Hervé Le Tellier por La anomalía -que leímos el año pasado- vendió más de un millón de ejemplares.

LA MÁS RECÓNDITA MEMORIA DE LOS HOMBRES (2021)

El libro, narrado por un escritor senegalés que vive en París y se llama Diégane Latyr Faye, cuenta la historia del descubrimiento de una novela inencontrable, El laberinto de lo inhumano, “el libro sagrado de un dios eunuco”, y la búsqueda por varios continentes de su autor, T.C. Elimane, un autor maldito sobre el que dibuja una historia política y de amor, comprometida contra el colonialismo y las grandes tragedias del siglo XX.

La publicación de El laberinto de lo inhumano en 1938 causó un escándalo no solo porque el autor fuera un hombre de raza negra sino también porque fue acusado de plagio. Tras esta polémica, el autor desaparece y su obra se convierte en un libro maldito.

Elimane, cuenta Mbougar Sarr, es el retrato de ficción de la historia real del escritor de Mali Yambo Ouologuem, ganador del Premio Renaudot en 1949 con su novela Le devoir de violence, a quien acusaron de “haber plagiado a Graham Greene, Maupassant, Flaubert, la Biblia y la Torá y que, de vuelta a su país, se recluye en su casa, recibe a las visitas a punta de fusil y se convierte en un ermitaño.”

Tanto Ouologuem como su obra pasaron a lo que Mbougar Sarr llama “la otra historia de la literatura (que quizá es la verdadera historia de la literatura), la de los libros perdidos en el pasillo del tiempo, ni siquiera malditos, sino simplemente olvidados.”

La novela se abre con una extensa cita sobre la perennidad y el ocaso de las grandes obras, extraída de Los detectives salvajes del escritor chileno Roberto Bolaño que justifica el título de la novela. Sarr se confiesa devoto de Bolaño, a quien define como “un maestro de la escritura, un maestro de la lectura”. Tanto la estructura -una mezcla de diarios, testimonios, relatos…- como el tono y los temas – exiliados o expatriados que sueñan con ser escritores, jóvenes románticos y descarados tras el rastro de un autor legendario y olvidado- son deudores del novelista y poeta chileno.

La más recóndita memoria de los hombres rinde homenaje a Bolaño, pero sigue otro camino: el de las preocupaciones de un joven escritor cuyas lenguas maternas son el wolog y el serere, que sabe hablar, pero no escribir porque no se las enseñaron en la escuela y que, trasladado a París, escribe en la lengua de los colonizadores. Es la eterna contradicción de los autores africanos de los que el autor se burla porque “se dejaban encerrar en la mirada de los demás […], una mirada-trampa que exigía de ellos, a la vez, que fuesen auténticos -es decir, diferentes- y sin embargo similares -es decir, comprensibles”.

En el mismo párrafo carga contra sus “lectores occidentales (atrevámonos a decirlo: blancos), entre los cuales muchos los leían como un acto de caridad, encantados de que les divirtiesen o les hablasen del vasto mundo con esta famosa truculencia natural de los africanos que llevan el ritmo en la pluma, los africanos que poseen el arte de narrar como a la luz de la luna, los africanos que no complican las cosas, los africanos que saben tocar el corazón con historias emocionantes…”

En este libro deslumbrante, lleno de vida y de fantasía, escrito con un estilo acelerado y torrencial, se habla sobre novelistas africanos perdidos en Europa y enfermos de literatura. Una novela, pues, de letraheridos y de historias dentro de otras historias, una novela-mundo polifónica, laberíntica cuyo personaje principal es la literatura. Con un vértigo que atrapa, se va reconstruyendo la vida del errante Elimane, sombra, mito libertino o visionario brujo africano.

Mbougar Sarr crea algunos personajes memorables, como la madre de Elimane, atacada por la locura al no tener noticias de su hijo, o la escritora senegalesa Siga D. A través de esta sugerente mujer madura que ha recorrido muchos abismos, el protagonista accede a la novela de Elimane y a los túneles subterráneos de su vida oculta. Dakar, París, Ámsterdam o Buenos Aires le sirven al narrador para evocar someramente la Segunda Guerra Mundial, las revueltas contra las dictaduras y las manifestaciones en Dakar.

Sarr despliega en la novela una desbordante red metaliteraria: un escritor que busca a otro escritor, un libro maldito como enlace, pistas en forma de críticas literarias, recortes de periódicos y revistas… Todo ello trufado de nombres que traslucen las querencias literarias y artísticas de Sarr, interpelan al lector, sirven de acotaciones de su ficción y muestran su convencimiento de que la literatura se hace con literatura.

SI OS HA GUSTADO ESTE LIBRO OS GUSTARÁN…

Arturo Belano y Ulises Lima, los detectives salvajes, salen a buscar las huellas de Cesárea Tinajero, la misteriosa escritora desaparecida en México en los años inmediatamente posteriores a la Revolución, y esa búsqueda -el viaje y sus consecuencias- se prolonga durante veinte años, desde 1976 hasta 1996, el tiempo canónico de cualquier errancia, bifurcándose a través de múltiples personajes y continentes, en una novela en donde hay de todo: amores y muertes, asesinatos y fugas turísticas, manicomios y universidades, desapariciones y apariciones.

Sus escenarios son México, Nicaragua, Estados Unidos, Francia, España, Austria, Israel, África, siempre al compás de los detectives salvajes poetas «desperados», traficantes ocasionales, Arturo Belano y Ulises Lima, los enigmáticos protagonistas de este libro que puede leerse como un refinadísimo thriller wellesiano, atravesado por un humor iconoclasta y feroz. Entre los personajes destaca un fotógrafo español en el último escalón de la desesperación, un neonazi borderline, un torero mexicano jubilado que vive en el desierto, una estudiante francesa lectora de Sade, una prostituta adolescente en permanente huida, una prócer uruguaya en el 68 latinoamericano, un abogado gallego herido por la poesía, un editor mexicano al que persiguen unos pistoleros a sueldo.

Una novela extraordinaria en todos los sentidos, que confirma la deslumbrante calidad literaria de Roberto Bolaño, un autor que ha sido reconocido por la crítica más exigente como una de las grandes revelaciones de la literatura latinoamericana de los años noventa.

– Señor Rulfo, ¿por qué lleva tantos años sin escribir nada?

– Es que se me murió el tío Celerino, que era el que me contaba las historias.

Este libro habla de los que dejan de escribir (Rulfo, Rimbaud, Salinger…) e indaga en los motivos de cada uno para preferir no hacerlo. Todos conocemos a los bartlebys, son esos seres en los que habita una profunda negación del mundo. Toman su nombre del escribiente Bartleby, ese oficinista de un relato de Herman Melville que, cuando se le encargaba un trabajo o se le pedía que contara algo sobre su vida, respondía siempre, indefectiblemente diciendo:

– Preferiría no hacerlo.

En Bartleby y compañía se habla del mal endémico de las letras contemporáneas, de la pulsión negativa o atracción por la nada. El narrador del libro, que está escribiendo un diario que al mismo tiempo es un cuaderno de notas a pie de página que comentan un texto invisible, demuestra su amplia solvencia como rastreador de bartlebys al pasear por el Laberinto del No, por los caminos de la que considera la más perturbadora y atractiva tendencia de las literaturas contemporáneas, tendencia en la que ve el único camino que queda abierto a la auténtica creación literaria, pues para él sólo de la pulsión negativa, del rechazo, sólo del Laberinto lúcido del No puede surgir la escritura por venir.

De Enrique Vila-Matas, un autor del que se ha dicho que es «uno de los fenómenos más originales y seductores de la narrativa española de nuestros días» (Rafael Conte, Abc), «uno de nuestros más destacados narradores» (Miguel García-Posada, El País), «nuestro más popular escritor en América Latina» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia), «un escritor con una imaginación extraordinaria» (Mathieu Lindon, Libération), «el mejor narrador español en activo» (Rodrigo Fresán, Página 12, Buenos Aires), «el autor español vivo más importante» (Bernardo Atxaga, El Dominical).