Una madre de Alejandro Palomas

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El pasado lunes, 19 de diciembre, nos reunimos para comentar Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi. Fue una sesión estupenda donde disfrutamos mucho de compartir nuestras diferentes lecturas sobre la novela.

La próxima lectura será la novela de Alejandro Palomas Una madre. Os incluimos aquí el material que entregamos en la sesión.

palomas-287x300Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) es licenciado en Filología Inglesa y Master en Poesía por el New College de San Francisco. Ha compaginado sus incursiones en el mundo del periodismo con la traducción de importantes autores como Katherine Mansfield, Gertrude Stein, Willa Cather o Jack London. Entre otras, ha publicado las novelas El tiempo del corazón (2002) (por la que fue nombrado Nuevo Talento Fnac), Tanta vida (2008), El secreto de los Hoffman (finalista del Premio de Novela Ciudad de Torrevieja 2008 y adaptada al teatro en 2009). En 2011 publicó El tiempo que nos une. Ese mismo año fue finalista del Premio Primavera de Novela con El alma del mundo.

En 2013 publicó el libro de poesía Entre el ruido y la vida, en 2014 la novela Una madre y en 2015 Un hijo, por la que ha obtenido el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil este año. Su novela más reciente ha sido Un perro (2016), que forma una trilogía junto a Una madre y Un hijo. A finales de este mismo año ha publicado Las dos orillas, su primer libro ilustrado.

UNA MADRE (2014)

Una madre es una novela que parece una obra de teatro o una obra de teatro que se lee como una novela. Si se tratara de una obra de teatro diríamos que cumple a la perfección las tres unidades del teatro clásico: unidad de espacio, unidad de tiempo y unidad de acción.

Toda la novela se desarrolla en un único espacio, la casa materna, transcurre en una sola noche, la de Nochevieja; allí y entonces se reúnen seis miembros de una familia para dar rienda a los recuerdos, noticias y confesiones que cada uno de ellos va desgranando y que resumen sus vidas: la madre, Amalia; Fer, el hijo varón que ejerce de narrador; sus dos hermanas, Silvia y Emma –que aparece con su novia Olga—y el tío Eduardo, siempre procedente de lugares remotos y cargado de historias.

A lo largo de la noche y a través de las conversaciones entre los miembros de la familia, iremos hilvanando informaciones que agregan datos al pasado de cada uno, oscurecido por la presencia/ausencia de un padre que destruyó la familia y facilitó su disgregación.

Alejandro Palomas otorga la voz de su narración a Fer, el hijo, quien va sembrando su relato con multitud de detalles que mezclan sucesos del pasado y sucesos actuales, algunos de apariencia insignificante, pero muy reveladores, que permitirán al lector ir reconstruyendo la acabada radiografía de unos personajes que solo recobran su razón de ser mediante la presencia poderosa de la madre, una mujer de peculiar humor y con ribetes extravagantes en la que, sin embargo, encuentran sus hijos, aunque les cueste confesarlo, el alivio confortador que atenúa los contratiempos de su existencia.

A pesar de su juventud, todos los miembros de la familia han sufrido graves rupturas sentimentales que tratan de compensar de distintos modos: la convivencia ocasional entre ellos, el recurso a un animal de compañía, la entrega frenética al trabajo…

Únicamente la madre, a pesar de un comportamiento extravagante que resulta irritante y enternecedor a partes iguales, está capacitada para entenderlos y encauzar su espíritu. Alejandro Palomas comentó en una entrevista que la idea de la novela surgió de una merienda con su madre cuando ambos se reían de una broma muy familiar. Así nació Amalia, una mujer valiente y generosa, que aparece como torpe y despistada hasta el surrealismo, pero que, en realidad es el cinturón que une a todos. El diseño del personaje de Amalia es una muestra de la habilidad narrativa de Alejandro Palomas que ha dotado a la madre de una gran variedad y riqueza de matices que la convierten en el centro de la historia.

No solo destaca la madre en esta galería de retratos. Las hermanas, Silvia y Emma, y, en la última parte, el tío Eduardo, forman todos un friso de personajes en la mejor tradición de la novela psicológica. Todos han sido delineados con agudas pinceladas en las que nada parece innecesario. Algunas escenas protagonizadas por Emma alcanzan el nivel de lo memorable.

La seguridad en el acopio y selección de los detalles y observaciones que enriquecen la narración acredita en cada página la presencia de un novelista sólido, capaz de potenciar unos cuantos hechos ínfimos y convertirlos en una historia interesante, que puede lograr la atracción del lector.

Una madre es, pues, un excelente ejercicio narrativo, donde casi ningún detalle se consigna al azar, incluido el letrero luminoso de la azotea y su progresiva transformación. La excelente prosa del autor nos permitirá, espero, disfrutar de una novela que se lee de un tirón.